julio 1, 2025
Raúl Curiel1

Por Raúl Enrique Varela Curiel

En los últimos cinco años, el mundo ha sido testigo de una tendencia que está transformando radicalmente la manera de trabajar: el trabajo remoto transfronterizo. Ya no se trata solo de hacer home office para la empresa de siempre, sino de ofrecer servicios profesionales desde cualquier país, a empresas ubicadas en Europa, Asia o América, sin la necesidad de emigrar ni pisar una oficina.

Mientras otros países aprovechan esta ola, México la sigue viendo pasar.

En naciones como Portugal, Países Bajos y Singapur, el trabajo remoto sin fronteras ya es parte de la normalidad. Sus legislaciones laborales y fiscales se están adaptando para que los trabajadores colaboren con empresas extranjeras de manera segura, con contratos claros, tributación simplificada y acceso a plataformas globales que permiten pagos en tiempo real.

Empresas como GitLab, Zapier, Toptal o Deel han hecho del talento global su estrategia principal de reclutamiento. Hoy, un diseñador en Tailandia puede trabajar para una startup en Berlín; una programadora en Argentina puede estar contratada por una empresa en Nueva York; y un abogado colombiano puede brindar servicios legales a clientes en España. Todo esto con contratos perfectamente legales, sin intermediarios ni agencias costosas.

En México, sin embargo, seguimos pensando localmente.

Es cierto que el home office creció tras la pandemia de COVID-19, pero el mercado aún opera con una mentalidad nacionalista: los empleos remotos suelen ser ofrecidos solo a residentes mexicanos, y las empresas nacionales todavía priorizan la contratación de personal “cercano”, incluso cuando no planean verlos físicamente.

Además, nuestro marco legal no contempla con claridad los derechos, obligaciones y esquemas fiscales de los freelancers que trabajan directamente con empresas extranjeras. Esto genera incertidumbre sobre impuestos, seguridad social, acceso a créditos y beneficios.

¿Por qué es urgente hablar de esto?

Porque estamos perdiendo competitividad. .Hoy, miles de profesionistas mexicanos altamente calificados podrían estar trabajando para empresas internacionales que pagan en dólares o euros, sin necesidad de migrar. Pero no lo hacen, no por falta de talento, sino por desconocimiento, por miedo a vacíos legales, o por la falta de habilidades para navegar contratos internacionales.

Además, nuestros legisladores y sindicatos siguen centrados en regular el trabajo presencial o el home office local, pero no están discutiendo seriamente cómo proteger, facilitar y potenciar el trabajo remoto internacional.

¿Cuál es el reto?

• Educación digital: Enseñar a profesionistas a buscar empleos globales y negociar contratos internacionales.
• Marco fiscal claro: Simplificar la tributación para freelancers y trabajadores remotos que reciban pagos del extranjero.
• Facilitadores legales: Crear contratos y esquemas de seguridad social adaptados a trabajadores sin fronteras.
• Cambio de mentalidad: Las empresas mexicanas deben empezar a competir por talento global, y los profesionistas deben aspirar a trabajar para el mundo, no solo para el mercado local.

El mundo ya juega en una cancha global.
La pregunta es: ¿nos vamos a subir a la ola o seguiremos viéndola pasar desde la orilla?