
Por Raúl Varela González
Recuerdo que fui joven y fuerte, tan fuete que después de una triple jornada de trabajo llegaba contigo a jugar y contarte cuentos para que durmieras, no importando mi cansancio, pero yo era fuerte muy fuerte tanto así que siempre te bañe cargándote entre el agua y jabón que me obligaban a guardar una relación entre apretarte y no dejarte caer por la espuma y lo hice tantos años hasta que me dijiste que tú lo harías solo. Era tan fuerte que te lleve al médico y soporte ver cómo te curaban, era tan fuerte que cargue tu mochila hasta que fuiste a la secundaria, que por cierto durante todos esos años que te fui a dejar a clases, nunca pero nunca llegaste tarde, también asistí a tus juntas escolares y festivales sin que supieras si tenía trabajo o no, pague colegiaturas y a veces no tenía ni para comer, siempre tuviste todos los juguetes que quisiste, jamás te quedaste con ganas de ninguno porque yo quería que fueras feliz, no sé si te enseñe a patinar, andar en bicicleta, a manejar auto o acampar, pero creo que te forme con valores, sé que no fui el papa que tu hubieras querido tener, pero sabes, fui el papa que yo quise tener y que tampoco tuve porque ser padre es muy difícil, no sabes si ser amigo o guía, ser comprensivo o exigente, pero no importa lo que hagas siempre se hace con una buena intención; formarte para ser lo que eres actualmente, las carencias y excesos te formaron y ahora eres lo que eres por esos aciertos y errores. Pero bien hijo, ahora ya estoy cansado y enfermo, tengo cuatro enfermedades crónicas, a lo mejor no lo sabias y a veces no puedo ni levantarme, no quiero hablar porque me duele todo y retumba en mis entrañas, quiero dormir, dormir mucho con la ilusión de renovar mi energía, ya no te saludo, ya no te llamo, ya no te escribo pero sabes que te amo, incluso recuerdo que cuando eras bebé tu tampoco podías hablar, pero me veías con cariño, yo ya no te hablo, pero cuando llegas o te vas, te veo con amor, enamorado de ti, de tu juventud, de tu fortaleza que yo cada vez voy perdiendo. Perdón por no ser el ejemplo a seguir, pero sabes sobreviví con lo que mi padre me enseñó, sobreviví aún en soledad, sin amor de pareja, sin dinero y con mucha ignorancia, ahora bien, déjame envejecer y prepararme para la muerte ya no necesitas mis palabras ni consejos ya estas formado, ahora tú eres independiente y créeme lo harás mejor que yo y lo aseguro porque no soy ni la cuarta parte de lo eres ni de lo que vales, te quiere tu viejo padre que algún día fue fuerte y te dedicó su juventud. Eres un Tigre, eres un Ferrari recuérdalo siempre.