(Foto: Agencias)
Dos hinchas que se lanzaron de la tribuna al vacío para escapar del ataque. Otro acabó desvanecido por el golpe de un palo en la cabeza. Varios desnudos y ensangrentados suplicando clemencia a los agresores.
Barrabravas de Independiente de Argentina atacaron con palos y armas blancas a la hinchada visitante de la Universidad de Chile el miércoles durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana, en un nuevo episodio de violencia que salpica al fútbol sudamericano.
Como saldo, hubo más de 100 detenidos y una veintena de heridos, entre ellos uno en grave estado, según informaron las autoridades.
El partido fue “cancelado” y ahora la CONMEBOL — el ente rector en Sudamérica- definirá en los escritorios y no en el campo de juego cómo sigue la serie. El conjunto chileno se imponía por un marcador global 2-1.
Frente a la barbaridad de las imágenes, las más altas autoridades de ambos países y hasta el presidente de FIFA, Gianni Infantino, repudiaron los sucesos.
“Nada justifica un linchamiento. Nada”, expresó el presidente de Chile, Gabriel Boric, en la red social X.
Infantino, por su parte, condenó “enérgicamente la impactante violencia” y reclamó “sanciones ejemplificadoras”.
“La Confederación se encuentra recopilando datos y procesando información, los cuales están siendo remitidos a la Unidad Disciplinaria para la aplicación de las sanciones correspondientes”, dijo CONMEBOL en un comunicado difundido el jueves.
Este episodio no fue aislado en las competencias continentales de Sudamérica que se disputan este año. En abril, Colo Colo de Chile perdió puntos y recibió una sanción económica por los incidentes que protagonizaron sus hinchas en el duelo ante Fortaleza de Brasil por la primera ronda de la Copa Libertadores.
En las últimas semanas también hubo reportes de enfrentamientos entre hinchas argentinos y la policía en estadios de Brasil y Uruguay.
Según la policía argentina, todo se inició cuando simpatizantes de la U de Chile –-ubicados en una tribuna superior— rompieron butacas y los baños del estadio y arrojaron elementos contundentes hacia la parte inferior, donde se hallaba la parcialidad local. También fue agredido el personal policial y de seguridad privada.
La policía no intervino para controlar los desmanes bajo el pretexto de “impedir un mal mayor”, según el parte oficial, y se optó por advertir a través de los altoparlantes los simpatizantes chilenos que cesaran en su comportamiento.
Como continuaron arrojando proyectiles, el partido fue suspendido en el epílogo del primer tiempo con el marcador 1-1.
Justo cuando los hinchas de la U desalojaban la tribuna, los barrabravas de Independiente decidieron tomarse revancha. Encapuchados, vulneraron al control policial, rompieron puertas y accedieron al sector visitante. Allí atacaron con palos y fierros a los visitantes.
Dos de ellos, acorralados, se tiraron al vacío, según imágenes captadas por teléfonos móviles de testigos.
Uno de ellos, identificado como Gonzalo Alfaro, tuvo que se intervenido quirúrgicamente y su estado es delicado, según el parte médico del Hospital Fiorito de Buenos Aires. Hay otros 18 hinchas chilenos hospitalizados, la mayoría con politraumatismos.
