Por Raúl Varela Curiel
El fenómeno de la corrupción política, produce grandes daños materiales y espirituales a las Naciones. Dificulta su crecimiento en lo económico y en lo moral. Lacera la dignidad de la persona humana, pues la instrumentaliza, teniéndole como un medio para llegar a un fin egoísta. No permite la realización del Bien Común, pues los intereses particulares de la corrupción son contrarios al a los intereses de la Ciudad, a los intereses de las Nación y a los intereses de la Humanidad en General.
Por otro lado los fenómenos populistas tienden a dividir a las sociedades, debilitan la cohesión social y merman la solidaridad Humana. Cometen un grave daño a la sociedad ofreciendo una ilusión de soluciones simples a problemas muy complejos.
SI bien es cierto que es nuestro deber moral el reforzar y aumentar los sistemas de control, de transparencia, así como juzgar y penalizar las conductas de corrupción política, también es cierto que si queremos atacar la raíz de la corrupción política significa que debemos apostar por la educación, para formar hombres virtuosos y ciudadanos con una formación moral. Es en tal situación dónde la célula básica de la sociedad, la familia, cobra una importancia inestimable al ser ese lugar educativo dónde se formará a la persona en principios.
Fuente: http://plazatomada.com
Seamos conscientes de que no nos enfrentamos a un enemigo improvisado. Son quimeras muy entendidas en el arte de manipular el lenguaje y manipular la trasmisión de ese el lenguaje para formar una propaganda muy atractiva para dividir a la sociedad en “amigos” y” enemigos”. Una parte de la sociedad es sacada, a la que usualmente se le llama oligarquía y esa parte de la sociedad es odiada, con esto se forma el denominado “pueblo” y el “anti pueblo”. Con ese odio hacia el “anti pueblo” se logra una transformación de la sociedad, que es utilizada por los populistas para que los ciudadanos idolatren a un líder y le sigan a todos lados irreflexivamente, hasta el punto de que no ven ninguno de sus vicios, y le permitan robar o mentir, y que se le perdone todo. Éstos pobres embaucados están obnubilados pensando que sus actividades se encaminan a la realización de algo supuestamente superior. Creen que van a generar una sociedad nueva, igualitaria y diferente a todo lo que conocemos.
Ya llegó el momento de que los latinoamericanos nos demos cuenta que el desarrollo no surge por arte de magia. Seamos conscientes de la incertidumbre y de la inseguridad de los tiempos actuales, pero no nos dejemos ofuscar por los movimientos populistas, resistamos a sus corrientes perversas. Por supuesto que no me refiero a que nos enfrasquemos en una infructífera escaramuza cultural o ideológica, me refiero a que en el campo de la batalla de las ideas tengamos siempre presentes a las ideas y a los valores del alma, y que sepamos que siempre serán la mejor arma en contra del tirano. Tengamos siempre presente en nuestra mente la eminente dignidad de la persona humana, busquemos en todo momento la realización del Bien Común y mostremos siempre Solidaridad y Amor para con nuestro Prójimo.